En sociología, la clase social es un término que indica un estrato social en una sociedad y su estatus correspondiente. El principio de organización en clases sociales es diferente del que opera en las sociedades de castas o estamentales, y choca con la ideología igualitaria asociada a la ciudadanía en los Estados de derecho. Cada uno de estos sistemas define a las personas y a los grupos según cuatro parámetros: su procedencia, su trabajo, el tipo de personas con quien pueden contraer matrimonio, y los tipos de derechos y deberes rituales propios. Además, cada uno de estos sistemas está regido básicamente por un determinado tipo de regulación. La casta está regida por una reglamentación de tipo religioso, el estado por una de tipo legal y el estamento por una de tipo social. La clase social se diferencia de ellas en que está regida fundamentalmente por una ordenación de tipo económico. El lenguaje cotidiano y la terminología de los medios de comunicación no coinciden con estas definiciones sociológicas.
Estas tres formas de estratificación (de casta, estatal-legal y estamental) son históricamente anteriores al concepto de clase social. Ésta está configurada por los mercados, constituidos por personas que realizan o producen un determinado trabajo o capital. Las clases sociales adquirieron gran importancia a comienzos de la industrialización. Se considera a Karl Marx como el creador del concepto de clase social, aunque a Max Weber se le reconoce su importante labor de clarificación de este término.
Marx vinculó el concepto de clase social con los de burguesía y proletariado, a través de una teoría de la historia que sostenía que los intereses materiales son el principal motor de la humanidad y que los individuos en un estado de naturaleza (según Hobbes) vivían en un conflicto permanente, endémico y desgarrador. Por otra parte, los individuos en una sociedad civil mantienen una lucha estructurada por los medios de producción (los recursos para extraer productos de la naturaleza) y esta lucha es un conflicto de clases sociales. Este enfrentamiento, con el desarrollo de la sociedad burguesa implicaba que la clase proletaria fuera expropiada de los medios de la producción, y explotada por la clase de los propietarios de los medios y el capital. En base a esta teoría se predijo que habría una revolución del proletariado explotado, el cual impondría un periodo de dictadura y finalmente llegaría el término del enfrentamiento con una sociedad desprovista de clases sociales.
Las ideas de Marx y el desarrollo de la sociedad industrial han hecho variar la terminología acerca de las clases. Antes, las referencias a la estratificación aludían a la aristocracia, a los comerciantes y a los grupos inferiores, mientras que la lucha entre la burguesía y el proletariado dominaba el análisis político. Actualmente, con el auge de la sociedad postindustrial, el debate se centra en si el concepto de clase social ha perdido vigencia o en si la idea marxista de la historia (enfrentamiento entre dos clases sociales antagónicas, mantenido de forma dialéctica, en donde el auge de una de ellas, provocaría paradójicamente su desaparición), ha llegado a su fin.
Esta postura, que ha sido defendida por varios historiadores liberales después de la caída de los regímenes comunistas en Europa, no puede negar la importancia de la clase social como factor fundamental de las oportunidades en la vida de los individuos a partir de la evidencia de las situaciones. En la mayoría de los países (y entre un país y otro) las desigualdades en cuanto a capital, ingresos, sanidad y educación son dramáticas. Algunos sociólogos intentan explicarlas utilizando otros atributos humanos como género, raza, religión, región o inteligencia, aunque este debate supone una trivialización de las terminologías o del significado de clase social. Otros autores destacan las grandes modificaciones que han tenido lugar a medida que la estructura social de la sociedad humana se ha transformado con los avances tecnológicos. Así, por ejemplo, la clase inferior ha podido mejorar sus condiciones de vida, en términos absolutos, al aumentar la riqueza, al organizarse el estado del bienestar y al crecer la disponibilidad de medicamentos junto con una menor tasa de natalidad.
En este contexto, el análisis del concepto de clase social resulta muy interesante. Existen desigualdades de salud y educación que han demostrado ser muy resistentes a las políticas sociales de los países ricos y que están estrechamente relacionadas con la posición de los individuos en la clase social a la que pertenecen por nacimiento. Generalmente se define clase social como un grupo de personas situadas en condiciones similares en el mercado de trabajo. Desde esta perspectiva, el sistema de clases sociales está definido por la estructura ocupacional del país. Esto significa que las clases sociales tienen un acceso distinto y normalmente desigual a privilegios, ventajas y oportunidades. Tanto el mercado como las condiciones de trabajo de las diferentes clases son típicamente desiguales. En las sociedades actuales, por ejemplo, encontramos directores de grandes empresas con salarios muy elevados, mientras que los jubilados reciben pensiones escasas. Los hijos de los grupos con mayor poder adquisitivo tienden a ir a escuelas distintas, a obtener calificaciones escolares superiores, a disponer de diferentes oportunidades de trabajo, a gozar de mejores condiciones de vivienda y a elegir pareja entre individuos de su misma clase. Estas son algunas de las realidades asociadas al concepto de clase social.
Algunos sociólogos e historiadores sostienen que el sistema de clases ha supuesto una transición liberadora para los individuos. Comparado con la casta, que se mantuvo en la India durante 5.000 años, o el estado, que se seguía encontrando en Europa 1.000 años después de la caída del Imperio romano, la clase social no vincula a una persona a la ocupación realizada por su padre, ni la obliga a casarse con personas de su misma casta. La clase social no es un principio hereditario formal y permite la movilidad social entre generaciones.
Según una estimación general, en las sociedades industriales modernas la correlación entre la clase social paterna y la filial es de aproximadamente 0,35, representando el valor 0 una relación de total flexibilidad entre generaciones y el valor 1 una sociedad rígida de castas. El sistema de clases puede considerarse emancipador en el sentido de que no impone a una persona, desde el punto de vista legal ni religioso, la adopción de una profesión o de un trabajo determinado. Aunque, por otro lado, siempre han existido grandes limitaciones a la movilidad y ha habido profesiones con un alto grado de autorreclutamiento como en el caso de los médicos o de los abogados. Dentro de estas limitaciones, la apertura ha sido la característica de los sistemas de clase social, a pesar de existir una tendencia natural en los padres de intentar convertir sus propias ventajas en oportunidades para sus hijos, y de las dificultades que experimentan las familias más pobres para conseguir que sus hijos triunfen en la escuela o ahorren un capital para establecerse por su cuenta.
Finalmente, como el sistema productivo de la sociedad está sufriendo de manera constante una transformación en mayor o menor grado, se han producido grandes cambios en la estructura de las clases sociales, especialmente en el mundo industrializado del siglo XX. A finales del siglo XIX, países como Gran Bretaña o Bélgica contaban con una población en la que predominaba el proletariado (en el sentido marxista del término), con mayoría de obreros en fábricas con poca o ninguna especialización. Otros países como Estados Unidos, Rusia, Francia o Polonia estaban mayoritariamente poblados por granjeros y campesinos muchos de los cuales no tenían propiedades. Actualmente la realidad es muy diferente. Aunque el trabajo dependiente sigue predominando, la clase trabajadora (entendida como trabajadores fabriles) se ha reducido a casi la mitad y otras ocupaciones de la clase media (no necesariamente en fábricas) están llenando este vacío. Cada vez un número mayor de personas tienen acceso a la educación, incluida la superior. No obstante, las diferencias relativas entre grupos ocupacionales siguen manteniéndose, e incrementándose las que separan a los grupos extremos de riqueza.
En cualquier caso puede considerarse que los criterios de desigualdad debidos a la posición relativa en el mercado de trabajo ocupan un espacio menor en la vida social. Ha habido un aumento espectacular del número de mujeres trabajadoras y del trabajo a tiempo parcial. El trabajador típico de una fábrica comenzaba a trabajar en su adolescencia, se jubilaba a los 65 años y fallecía poco tiempo después. Hoy día, en los países más desarrollados, se ha retrasado la incorporación al mercado de trabajo al haber aumentado la edad de la enseñanza obligatoria, el trabajo es menos seguro y puede realizarse tanto fuera como dentro del hogar, la jubilación llega antes y la muerte está más lejana. En la década de 1930 la relación entre trabajadores y no trabajadores era de 9:1, mientras que actualmente es de 3:1 y alcanzará la relación 2:1 si se cumplen las tendencias demográficas actuales.
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